“Todos nacemos del mismo modo, pero podemos morir de cien modos diferentes.”
"¡Qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere!"
"Le pedí a Dios todo para gozar la vida, él me dio vida para gozarlo todo."
"Cuando Dios desea enviar un desastre sobre una persona, primero le envía un poco de suerte para que goce y ve si puede recibirla de una manera decorosa. Cuando Dios desea enviar bendiciones sobre una persona, primero le envía un poco de desventuras para ver cómo puede soportarlas."
"El que teme sufrir, sufre de temor."
"Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo."
El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.
El miedo es un tema completamente atónito. Representantes de diferentes disciplinas lo estudian intensamente: aparte de psicólogos, este tema lo tratan médicos, teólogos, filósofos y también biólogos, sobre todo los especialistas en biología de la evolución.
Existe miedo real cuando la dimensión del miedo está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el concepto conductista el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.
Enfoques sobre el miedo:
Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie.
Desde el punto de vista neurológico, es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos, y esencialmente consiste en la activación de la amígdala, situada en el lóbulo temporal.
Desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca angustia y ansiedad en la persona, ya que la persona puede sentir miedo sin que parezca existir un motivo claro.
Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la organización social. Se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos, se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al miedo, miedo al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha relación con los distintos elementos de la cultura.
Desde el punto de vista evolutivo, el miedo es un complemento y una extensión de la función del dolor. El miedo nos alerta de peligros que no nos han ocasionado algún dolor, sino más bien una amenaza a la salud o a la supervivencia. Del mismo modo en que el dolor aparece cuando algo nocivo ataca nuestro cuerpo el miedo aparece en medio de una situación en la que se corre peligro.
Para algunos, el miedo en el ser humano no guarda ninguna relación fisiológica (como reacción de alerta), sino que es un producto de la consciencia, que expande nuestro nivel de conocimiento.
Fisiología, psicología y bioquímica del miedo:
El miedo es un producto emocional del cerebro. Esquema del sistema límbico del cerebro humano. El mecanismo que desata el miedo se encuentra, tanto en personas como en animales, en el cerebro, concretamente en el cerebro reptiliano, que se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia como comer y respirar, y en el sistema límbico, que es el encargado de regular las emociones, la lucha, la huida, la evitación del dolor y en general todas las funciones de conservación del individuo y de la especie. Este sistema revisa de manera constante (incluso durante el sueño) toda la información que se recibe a través de los sentidos, y lo hace mediante la estructura llamada amígdala cerebral, que controla las emociones básicas, como el miedo y el afecto, y se encarga de localizar la fuente del peligro. Cuando la amígdala se activa se desencadena la sensación de miedo y ansiedad, y su respuesta puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización. Se ha encontrado que la sensación de miedo está mediada por la actuación de la hormona antidiurética (o "vasopresina") en la amígdala cerebral y que la del afecto lo está por la de la hormona oxitocina, también en la amígdala. Está en estudio un antagonista selectivo de la vasopresina, el compuesto SSR149415, que bloquea la sensación de miedo "social" -miedo hacia otros animales de la misma especie- pero no otros tipos de miedo; los fármacos que bloquean el miedo social por antagonismo de la vasopresina es posible que nunca se comercialicen dadas las funciones, biológicas y de otros tipos, que tiene tal tipo de miedo en el funcionamiento de las sociedades animales incluida la humana (es de destacar que el etanol inhibe la producción de vasopresina); estudios con resonancia magnética de la amígdala cerebral están encontrando datos que indican que los llamados "psicópatas sociales" sufren atrofia de las amígdalas cerebrales lo que les provocaría la pérdida del miedo social y del afecto que les caracteriza. Es interesante señalar que el miedo al daño físico provoca la misma reacción que el temor a un dolor psíquico.
La extirpación de la amígdala parece eliminar el miedo en animales, pero tal cosa no sucede en humanos (que a lo sumo cambian su personalidad y se hacen más calmados), en los que el mecanismo del miedo y la agresividad es más complejo e interactúa con la corteza cerebral y otras partes del sistema límbico.
El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: Se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. El sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente.
Como el sistema límbico fija su atención en el objeto amenazante, los lóbulos frontales (encargados de cambiar la atención consciente de una cosa a otra) se desactivan parcialmente. Durante un ataque de pánico la atención consciente queda fijada en el peligro, y si los síntomas fisiológicos como el ritmo cardíaco o la presión sanguínea son interpretados por el sujeto como una confirmación de la realidad de la amenaza se produce una retroalimentación del miedo, que impide una ponderación del auténtico riesgo. Esto sucede, especialmente, en el caso de las fobias: la atención del fóbico es incapaz de prestar atención a otra cosa y magnifica el peligro ante la incomprensión de los presentes.
La consolidación en la memoria de un episodio de miedo intenso (o de un trauma) no es inmediata. Según los investigadores Min Zhuo, Bao Ming Li y Bong Kiun Kaang la activación de los receptores NMDA (que son las moléculas que reciben las señales bioquímicas que provocan un efecto fisiológico concreto) provoca que en esos receptores se produzca una huella en las células cerebrales. En concreto, sería la subunidad molecular llamada NR2B la que serviría de marca de memoria. En experimentos realizados con ratones, el bloqueo de la NR2B en la corteza prefrontal produjo la desaparición de la reacción a un miedo previamente experimentado.
Otro estudio sobre lo que provoca miedo en una persona - realizado por un equipo de investigadores alemanes de la Clínica Universitaria Charité de Berlín, y conducido por el psiquiatra Andreas Heinz demostró la relación entre la dopamina y la sensación de miedo.
Este estudio arrojo que la dopamina, una sustancia neurotransmisora, estimula o frena la actividad de las células nerviosas en el cerebro. En este estudio se encontró que poca dopamina en algunas áreas del cerebro provoca la interrupción o trasformación de la comunicación entre las células nerviosas. Las personas con una elevada concentración de dopamina en la amígdala cerebral (Corpus amygdaloideum), área en el cerebro que participa en el procesamiento emocional, reaccionaron con más miedo y estrés que aquellas personas con una menor concentración de dicha sustancia.
Además se concluyó que hay otro factor que influye en las sensaciones de miedo; este es la comunicación existente entre la amígdala cerebral y el cíngulo anterior, otra región cerebral. Ambas están interconectadas a través de fibras nerviosas. Estas regiones se comunican cuando la persona percibe algo negativo. Cuanta más comunicación hay entre ambas regiones, menos miedo sentían las personas afectadas; en cambio personas con poca o pobre comunicación sienten más miedo.
Miedo y religión:
El miedo a la enfermedad, a la pobreza, a la guerra y a la muerte está presentes en la iconografía apocalíptica tradicional. Los cuatro jinetes, grabado de Durero. La Biblia cristiana hace mención al miedo en su primer libro. En concreto, el miedo se convierte en atributo humano por causa del pecado original: Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estabas tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis, 3,9)
Antropológicamente hablando, el miedo se encuentra inserto en los sistemas religiosos desde sus textos fundadores. Algunos especialistas como M. Korstanje, quien ha estudiado ampliamente el fenómeno, sugieren que la religión no es por sí misma generadora de temores o angustias, pero si lo es el discurso político al cual apelan para generar adoctrinamiento. Dependiendo de las diferentes sociedades y sus coyunturas económicas, es decir, la forma en que se organizan para circular bienes escasos, los miedos comienzan a actuar como narrativas protectoras que a la vez prohíben ciertas prácticas, fomentan otras. En la edad Media, por ejemplo, las brujas representaban una grave afrenta para el orden patriarcal vigente, no por lo que hicieran sino por el hecho que la mayoría de ellas eran mujeres viudas o solteras las cuales habían heredado una gran fortuna o vivían en extrema pobreza. Su condena social representaba una forma correctiva que el mismo sistema utilizaba para establecer la hegemonía del orden económico patriarcal.
Las religiones monoteístas evidencian un tipo de miedo religioso, el temor de Dios y cada una, desde el judaísmo hasta el islam han desarrollado su particular teología al respecto. Es de destacar que ciertas religiones recurren a adoctrinar en el periodo de aprendizaje infantil con amenazas de sufrimiento infinito y eterno si no se cree en sus postulados y si no se cumplen sus normas. Otras religiones, como el budismo, se fundamentan directamente en la necesidad de evitar el dolor y el sufrimiento, y por tanto, de manera indirecta, tienen una especial relación con el miedo.
El miedo irracional:
El ser humano es un ser que experimenta diferentes tipos de emociones a lo largo del día. Existen emociones agradables como la alegría, el gozo, el entusiasmo, la humildad… Por el contrario, existen emociones desagradables como por ejemplo, la tristeza, la envidia, el rencor, el resentimiento, la rabia, el miedo… Sin duda, el miedo limita la capacidad vital de un ser humano. En última instancia, el miedo hace referencia a un mal que está por llegar. Es decir, el ser humano se adelanta mentalmente al futuro y predice algo que le angustia. Sin embargo, el futuro como tal es una hipótesis, es decir, luego se presenta de diferente forma. Por este modo, los expertos en el ámbito de la psicología recomiendan aprender a concentrar el pensamiento en el presente para evitar una huída hacia el futuro mediante la planificación o hacia el pasado mediante el recuerdo.
Sin duda, el temor también tiene un efecto positivo puesto que el miedo es una herramienta de supervivencia. Sin duda, gracias al miedo el ser humano puede defenderse del peligro, protegerse y evitarlo. Pero el miedo no sólo puede ser racional, es decir, basado en una causa concreta. Este tipo de miedo desaparece en el mismo instante en que se anula la causa que lo produce.
Sin embargo, el miedo también puede ser irracional, es decir, no tener una lógica racional ni una causa concreta. Así sucede en la fobia. Por ejemplo, algunas personas tienen miedo a los espacios abiertos, otras por el contrario, sienten pánico en los lugares cerrados como un ascensor.
Cualquier fobia limita la vida de una persona puesto que por lo general, quien padece un temor de este tipo evita realizar aquellas actividades que le asustan. De este modo, el miedo crece y crece sin límite puesto que la fobia aumenta en la medida en que no se afronta...
RECOMIENDO los Aceites Esenciales que pueden ayudar a controlar éstos estados psico-emocionales: Albahaca, Azahar, Cedro, Coriandro, Enebro, Geranio, Ilang Ilang, Jengibre, Lavanda, Limon, Manzanilla, Mejorana, Menta, Mirra, Naranja, Petitgrain, Sandalo, Vetiver...
RECOMIENDO los Aceites Esenciales que pueden ayudar a controlar éstos estados psico-emocionales: Albahaca, Azahar, Cedro, Coriandro, Enebro, Geranio, Ilang Ilang, Jengibre, Lavanda, Limon, Manzanilla, Mejorana, Menta, Mirra, Naranja, Petitgrain, Sandalo, Vetiver...